profesora enseñando un reloj a sus alumnos

Periodos de adaptación en niños

Septiembre, el mes de los comienzos y las nuevas oportunidades. El mes de los reencuentros en los recreos y de los nuevos propósitos.

Parece muy bonito, pero muchos niños no lo viven desde esa positividad, al contrario, comienzan la escuela con llantos y mucho estrés. ¿Cómo ayudamos a que esto no sea así?

Algo que nos parece evidente es que los primeros años de vida están destinados a los aprendizajes. Sentarse, el gateo, ponerse de pie, las primeras palabras… pero a todo esto le acompaña algo muy importante. La emoción.

Las cosas van cambiando y en los ámbitos educativos nos estamos dando cuenta de la importancia que tiene este aspecto en la infancia. La enseñanza respetuosa pasa por una educación en la que se tienen en cuenta las emociones de los niños y se ponen en valor.

El niño debe cumplir unos hitos, pero a la vez se le debe escuchar, se debe entender el por qué de sus conductas y se le debe guiar y acompañar de una manera calmada y respetuosa. Parece muy evidente que para que un niño aprenda a hablar hay que estimularle, pero para que aprenda a comprender qué le está sucediendo debemos acompañarle.

Los periodos de adaptación en las escuelas son algo tan sencillo como ayudar al niño a pasar por una situación nueva, y por lo tanto difícil para él. Una persona cercana, normalmente los padres, acompañan al niño a un lugar nuevo, con adultos y niños desconocidos, en el que debe quedarse unas horas. El contexto, para el niño, es hostil y violento. Son personas y lugares desconocidos.

Los niños aún no tienen adquiridas ciertas habilidades sociales y no saben gestionar sus emociones. En un lugar donde todo es hostil al principio,  necesitan a sus figuras de referencia.

Todos hemos visto o vivido personalmente las entradas de las escuelas y los colegios. no se trata de pataletas o caprichos, es un sufrimiento real el que sienten basado en una inseguridad muy grande. Necesitan saber que les entendemos, que comprendemos lo que sienten, que es normal que lo sientan y que entre todos vamos a hacer lo posible por cambiar esos sentimientos por otros positivos. Pero para ello, es indispensable que exista un acompañamiento real en el aula, donde papá o mamá se siente con ellos, donde poco a poco vayan jugando y relacionándose con otras personas, mientras su figura de referencia le transmite esa calma. Al principio más tiempo y luego menos, hasta que poco a poco la situación no sea violenta y en la cabeza de los niños encaje que ese nuevo lugar es bueno para ellos, que los nuevos niños serán sus compañeros de aventuras, y que los maestros están para ayudarlos y comprenderlos siempre.

Parece básico pero se necesita tiempo y tranquilidad para aceptar los cambios. Si a los adultos nos pasa, a los niños con mayor razón.


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