Recorrer caminos y conocer culturas es la mejor manera de entender el mundo.
Cuando visitas otros lugares, participas de otras costumbres y convives con otras lenguas, entiendes lo que vives de otra forma, aprendes a valorar distintas opciones, y eso, te hace libre. Por que decidir sobre lo que es correcto o incorrecto, sobre aquello que esta bien o mal hecho, es siempre a partir de la comparación entre conceptos.
Al mirar varias realidades, alejadas entre sí al menos de manera filosófica, y analizar los efectos que tienen sus maneras de plantearse, te hace generar unos esquemas en los que tu realidad funciona de manera adecuada.
Es por ello que considero que nuestro criterio nace de unas ideas generadas por la observación, y posteriormente corroboradas por la experiencia del mundo que nos rodea, y esto termina por desarrollar la cultura, la educación y el aprendizaje. Como concepto, y también como realidad.
La práctica de las cosas, sea a través de la admiración de nuestro entorno, o a través de la interacción con aquello que nos afecta, desarrolla en nosotros una serie de ilusiones que vamos perfilando con los años para convertirlas en elementos esenciales, que después darán paso a los pilares sobre los que se asienta nuestra vida.
Diferenciar lo bueno de lo malo y catalogar aquello que nos resulta importante, es la mejor manera de apreciar lo que aprendemos, y por lo tanto, de llegar a tener unas ideas críticas a cerca de lo que significa la vida.
La felicidad la encuentras en el saber, en los conocimientos, por que éstos te ayudan a conocer el mundo, eso te abre puertas, y la posibilidad de elegir en libertad. Y ser libre, sin duda, es ser feliz.